domingo, 30 de noviembre de 2014

Canción

Agita un pañuelo blanco
el que se despide.
Cada día acaba algo,
acaba algo muy hermoso.

La paloma mensajera bate el aire con las alas,
de vuelta a casa.
Con esperanza y sin esperanza
siempre volvemos a casa.

Sécate las lágrimas
y sonríe con los ojos llorosos,
cada día empieza algo,
empieza algo muy hermoso.





martes, 25 de noviembre de 2014

para ti

Fue para ti
que deshojé la lluvia
para ti desprendí el perfume de la tierra
no toqué nada
y para ti fui todo.

Para ti grité todas las palabras
y todas me faltaron
en el minuto que me faltó
el sabor del siempre.

Para ti di mi voz,
a mis manos
les abrí las yemas del tiempo
asalté al mundo
y pensé que todo estaba en nosotros.

En ese dulce engaño
de ser dueños de todo
sin que nada tengamos
simplemente porque era de noche
y  dormíamos.

Descendía yo a tu pecho
para buscarme
y antes de que la oscuridad
nos ciñese la cintura
estaban  nuestros  ojos
viviendo desde una mirada
amando  desde  una sola vida.



jueves, 20 de noviembre de 2014

un patio


 con la tarde
se cansaron los dos o tres colores del patio.

esta noche, la luna, el claro círculo,
no domina su espacio.

patio, cielo encauzado.
el patio es el declive
por el cual se derrama el cielo en la casa.
serena,
la eternidad espera en la encrucijada de estrellas.

grato es vivir en la amistad oscura
de un zaguán, de una parra y de un aljibe.


viernes, 14 de noviembre de 2014

Premonition

While everything external
dies away in the far off
echo of the soul
still there’s a mill wheel turning

it is like a good

kind of tiredness in
the moment before sleep
by some distant stream

a note of peace
in a life which
will never be peaceful
as the daylight fades 
the dream disintegrates
but the shadow holds
no power
over what’s about to happen

viernes, 7 de noviembre de 2014

romance de aquel hijo que no tuve contigo

Hubiera podido ser
hermoso como un jacinto
con tus ojos y tu boca
y tu piel color de trigo,
pero con un corazón
grande y loco como el mío.
Hubiera podido ir,
las tardes de los domingos,
de mi mano y de la tuya,
con su traje de marino,
luciendo un ancla en el brazo
y en la gorra un nombre antiguo.
Hubiera salido a ti
en lo dulce y en lo vivo,
en lo abierto de la risa
y en lo claro del instinto,
y a mí... tal vez que saliera
en lo triste y en lo lírico,
y en esta torpe manera
de verlo todo distinto.
¡Ay, qué cuarto con juguetes,
amor, hubiera tenido!
Tres caballos, dos espadas,
un carro verde de pino,
un tren con cuatro estaciones,
un barco, un pájaro, un nido,
y cien soldados de plomo,
de plata y oro vestidos.
¡Ay, qué cuarto con juguetes,
amor, hubiera tenido!
¿Te acuerdas de aquella tarde,
bajo el verde de los pinos,
que me dijiste: -- ¡Qué gloria
cuando tengamos un hijo! ?
Y temblaba tu cintura
como un palomo cautivo,
y nueve lunas de sombra
brillaban en tu delirio.
Yo te escuchaba, distante,
entre mis versos perdido,
pero sentí por la espalda
correr un escalofrío...
Y repetí como un eco:
"¡Cuando tengamos un hijo!..."
Tú, entre sueños, ya cantabas
nanas de sierra y tomillo,
e ibas lavando pañales
por las orillas de un río.
Yo, arquitecto de ilusiones
levantaba un equilibrio
una torre de esperanzas
con un balcón de suspiros.
¡Ay, qué gloria, amor, qué gloria
cuando tengamos un hijo!
En tu cómoda de cedro
nuestro ajuar se quedó frío,
entre azucena y manzana,
entre romero y membrillo.
¡Qué pálidos los encajes,
qué sin gracia los vestidos,
qué sin olor los pañuelos
y qué sin sangre el cariño!
Tu velo blanco de novia,
por tu olvido y por mi olvido,
fue un camino de Santiago,
doloroso y amarillo.
Tú te has casado con otro,
yo con otra hice lo mismo;
juramentos y palabras
están secos y marchitos
en un antiguo almanaque
sin sábados ni domingos.
Ahora bajas al paseo,
rodeada de tus hijos,
dando el brazo a... la levita
que se pone tu marido.
Te llaman doña Manuela,
llevas guantes y abanico,
y tres papadas te cortan
en la garganta el suspiro.
Nos saludamos de lejos,
como dos desconocidos;
tu marido sube y baja
la chistera; yo me inclino,
y tú sonríes sin gana,
de un modo triste y ridículo.
Pero yo no me doy cuenta
de que hemos envejecido,
porque te sigo queriendo
igual o más que al principio.
Y te veo como entonces,
con tu cintura de lirio,
un jazmín entre los dientes,
de color como el del trigo
y aquella voz que decía:
"¡Cuando tengamos un hijo!..."
Y en esas tardes de lluvia,
cuando mueves los bolillos,
y yo paso por tu calle
con mi pena y con mi libro
dices, temblando, entre dientes,
arropada en los visillos:
"¡Ay, si yo con ese hombre
hubiera tenido un hijo!..."





martes, 4 de noviembre de 2014

una pequeña habitación

Una pequeña habitación es dividida por dos voces,
siendo objetivos,
mas parece que una voz
es la que va persiguiendo a la otra,
de modo que
entre silencios, murmullos e imprecaciones
la habitación se comprime, hasta hacerse sin lugar,
inhabitable,
puede que sea solo una voz que se lamenta
y se arrepiente y se interroga
y en eso mismo se consume.
Una pequeña habitación es una boca
que al sueño vence
y para expresarse se ha inventado
dos lenguajes,
pareciera que a su vez se superponen
e interponen uno al otro
hasta hacerlo indescifrable,
o tal vez sea un solo lenguaje indefinible,
el lenguaje que como la humedad
atraviesa las paredes,
el lenguaje de los dioses o el lenguaje de la noche
o el lenguaje que nos llega
cuando nos toca escribir cansados y a oscuras
de soledades.

Agosto 2006



lunes, 3 de noviembre de 2014

Acerca del vivir

El vivir no admite bromas.
Has de vivir con toda seriedad,
como una ardilla, por ejemplo;
es decir, sin esperar nada fuera y más allá del vivir;
es decir, toda tu tarea se resume en una palabra:
Vivir.
Has de tomar en serio el vivir.
Es decir, hasta tal punto y de tal manera
que aun teniendo los brazos atados a la espalda,
y la espalda pegada al paredón,
o bien llevando grandes gafas
y luciendo bata blanca en un laboratorio,
has de saber morir por los hombres.
Y además por hombres que quizás nunca viste,
y además sin que nadie te obligue a hacerlo,
y además sabiendo que la cosa más real y bella es
Vivir.
Es decir:
has de tomar tan en serio el vivir
que a los setenta años, por ejemplo,
si fuera necesario plantarías olivos
sin pensar que algún día serían para tus hijos;
debes hacerlo, amigo, debes hacerlo,
no porque, aunque la temas, no creas en la muerte,
sino porque vivir es tu tarea.