domingo, 31 de julio de 2022

Amandiño

 Amando, Amandiño, que eras de Corredoira,

cómo vuelve esta noche, con qué mágica luz,

aquel baño silvestre, y nuestras cabriolas

desnudas por el prado salpicado de bostas,

y aquella canción tuya, amigo agreste, bucanero de siete años

-«Ay, ay, ay, bendito es el borracho»-,

bajando por las hondas carballeiras

desmedida, insistente y en pelotas.

De aquel verano todo se ha perdido

menos aquella hora

maravillosamente sediciosa.

Después

tú te quedaste por tu mundo, libre de calendarios;

yo me adentré en el olor intacto de los nuevos libros.

De ellos salía el camino que -cursos, gentes ciudades-

me ha traído hasta esto.

Y ahora que contemplo mi vida
y me vienen ganas de darle una limosna,


le pregunto a los años
qué habrá sido de ti, Amandiño, amigo de un verano;


qué habrá sido de mí.