domingo, 28 de diciembre de 2014

ahí viene el ángel que planea

Ahí viene el ángel que planea
solo desde el abismo, desde el alma
de las raíces, vuela, vuela, vuela, atraviesa
cielos subterráneos y araucarias
trae las alas cargadas de nieve,
de polvo de nieve.

En la sonrisa de piedra del lagarto
crece la flor del olvido, el temor del coigüe,
los cascabeles del avellano
sobre el musgo vuela
la lengua dulce del ulmo,
la barba de palo en el pecho del piñón
la sangre blanca del natre,
el clavado a pique, al cielo,
del chupón

Hay pájaros cantando y de su canto
surgen otros pájaros que cantan
a otros pájaros que cantan y cantan
formando ríos y lagos transparentes
como el canto de los pájaros,
el agua del pozo, el agua monte,
el agua aire, el agua luego
el aguacero.

Por el líquen los alerces ancianos
hablan con Dios
en el reflejo del ñadi
intercambian insectos, gusanos y ranas
por la trizadura de la copa y las nubes
el viento la cabeza agacha
en la nuca del carpintero.




jueves, 25 de diciembre de 2014

nochebuena

Al callar la orquesta, pasean veladas 
sombras femeninas bajo los ramajes,
por cuya hojarasca se filtran heladas
quimeras de luna, pálidos celajes.

Hay labios que lloran arias olvidadas,
grandes lirios fingen los ebúrneos trajes.
Charlas y sonrisas en locas bandadas
perfuman de seda los rudos boscajes.

Espero que ría la luz de tu vuelta;
y en la epifanía de tu forma esbelta,
cantará la fiesta en oro mayor.

Balarán mis versos en tu predio entonces,
canturreando en todos sus místicos bronces
que ha nacido el niño-Jesús de tu amor.




martes, 9 de diciembre de 2014

sólo una piedra negra

Tú me explicaste un mundo
sin miedo sin fantasmas sin castigo
sin cuarto de las ratas
un mundo en el que el lobo
era bueno y quería lamerme igual
que a sus cachorros
y en el que el hombre del saco
jugaba a no encontrarme
y luego me mostraba sus latas y botellas
sus pieles de conejo.
                                Hasta el diablo
era allí un aliado burlón
que al mudar de disfraz se volvía
un niño como yo
                                que no sabía
que existiera un infierno al otro lado
sino sólo una piedra negra
en el pecho de los malignos.
                                     Tú
me explicabas todas estas cosas.



viernes, 5 de diciembre de 2014

en la oficina

La luna desde fuera nos contempla,
y me ve a mí,
pobre criado distraído, bajo
la estrecha mirada de mi patrón,
cómo con timidez me rasco el cuello.

No, nunca conocí rayos solares
que una vida duraran,
ni los conoceré. La carencia es mi sino;
me agobia tener que rascarme el cuello
bajo la mirada de mi patrón.

Es la luna la herida de la noche,
gotas de sangre, las estrellas todas.
Como la dicha me queda muy lejos,
me he vuelto comedido;
es la luna la herida de la noche.