lunes, 21 de enero de 2019

gansos salvajes



No tienes que ser bueno.
No tienes que caminar de rodillas
durante cien millas a través del desierto, disculpándote.
Sólo tienes que dejar que la vulnerable criatura de tu cuerpo
ame lo que ama.
Cuéntame  de la desesperación, de la tuya, y yo te contaré de la mía.
Mientras tanto el mundo sigue girando.
El sol y las transparentes esquirlas de lluvia
corren a través de los paisajes,
por las praderas y los árboles frondosos,
por las montañas y los ríos.
Y los gansos salvajes, que vuelan alto
en el aire luminoso y claro
vuelven nuevamente a casa.

Seas quien seas, por muy solo que te sientas
el mundo se ofrece a tu imaginación,
te llama como lo hacen los gansos salvajes,
con su grito duro y provocador
comunicándote una y otra vez
tu sitio en la familia de las cosas.










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