El día del fin del mundo
las mujeres caminan a través de los campos bajo sus sombrillas,
un borracho se amodorra en el borde de un prado,
vendedores ambulantes de hortalizas gritan en la calle
y un bote a vela amarillo se acerca a la isla,
la voz de un violín persiste en el aire
y se pierde en una noche estrellada.
Y los que esperaban rayos y truenos
están decepcionados.
Y los que esperaban señales y triunfos de los arcángeles
no creen lo que está sucediendo ahora.
Mientras el sol y la luna estén arriba,
mientras el abejorro visite una rosa,
mientras niños sonrosados nazcan
nadie cree lo que está sucediendo ahora.
Sólo un hombre viejo de pelo blanco, que parecería un profeta
aunque no es un profeta, porque él está muy ocupado,
repite mientras envuelve sus tomates:
no habrá otro fin del mundo,
no habrá otro fin del mundo.
Varsovia 1944
No hay comentarios:
Publicar un comentario