No son las criaturas quienes mueren
Es al revés
las cosas sencillamente mueren.
Las criaturas no mueren
porque a sí mismas se hacen.
Y aquel que nace de sí mismo
se condena a ser eterno.
Sale un polvo de las tumbas
que sofoca mi pasado
cada vez que visito mi antiguo barrio.
La casa murió
en el lugar donde nací:
mi infancia
ya no tiene lugar para dormir.
Pero sucede que,
desde cualquier patio,
llega a mí la risa salvaje
de los niños jugando.
Se ríen y explican
las mismas locuras
que ya fueron soberanas
de castillos y quimeras.
Una vez más me tocó la pared fría
y siento en mí el pulso
de quien vive para siempre.
La muerte
es el abrazo imposible de agua.
las cosas sencillamente mueren.
Las criaturas no mueren
porque a sí mismas se hacen.
Y aquel que nace de sí mismo
se condena a ser eterno.
Sale un polvo de las tumbas
que sofoca mi pasado
cada vez que visito mi antiguo barrio.
La casa murió
en el lugar donde nací:
mi infancia
ya no tiene lugar para dormir.
Pero sucede que,
desde cualquier patio,
llega a mí la risa salvaje
de los niños jugando.
Se ríen y explican
las mismas locuras
que ya fueron soberanas
de castillos y quimeras.
Una vez más me tocó la pared fría
y siento en mí el pulso
de quien vive para siempre.
La muerte
es el abrazo imposible de agua.
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